La serie Crisálida surge a partir de la propia necesidad del artista por resguardarse del entorno exterior. Se trata de un proceso de aislamiento total, de evasión de todo aquello que ha podido infligir daño tanto al cuerpo como al psique del artista. En conclusión se trata de un proceso sanador y transformador-metamorfosis.
A través de una serie de materiales blandos junto a la utilización de la acción se exploran las diferentes posibilidades de separación entre el conjunto de la sociedad y el individuo.
En el estado de pupa las crisálidas no suelen moverse ni alimentarse. En el proceso se guarecen en una especie de cápsula que les brinda protección mientras sus órganos se modifican y adoptan la nueva estructura.