Todos empleamos máscaras las cuales nos protegen o nos ayudan a ocultar aspectos y formas de ser que no queremos mostrar a los demás. Máscaras que nos ayudan a no sentirnos vulnerables y a la vez nos impide ser como realmente somos. A menudo renunciamos a ser para poder formar parte de una sociedad basada en la mentira y en la imagen.
Por el temor al rechazo y perder la aceptación o el afecto de los demás, llegamos incluso a actuar solamente para mantener el estatus, imagen o prestigio viviendo así una mentira a través de un personaje construido.
Viviendo aparentando ser feliz; dentro de estos espejismos suele haber una persona infeliz e insatisfecha de su propia vida.
El principal problema de vivir disfrazado tanto tiempo es el olvidar quién vive debajo de tanta imagen construida.